Maternidad en la adolescencia
Más allá de creencias religiosas, hábitos y costumbres, la gran verdad que reconocen todos los estudios al respecto es que la iniciación sexual ocurre cada vez a más temprana edad, cuando aún el cuerpo de las chicas no está preparado para evitar un embarazo consumiendo píldoras anticonceptivas ni su cavidad soporta un dispositivo intrauterino (DIU), dos de los métodos más empleados.
A esas edades tampoco es factible confiar cien por ciento en los métodos barreras —diafragma, condón…— pues en ocasiones la inexperiencia se expresa en no saber usarlos adecuadamente o en la falta de recursos para enfrentar el posible rechazo masculino.
Algunos especialistas aconsejan la planificación familiar natural, quizás el más viejo de los métodos existentes, que consiste en tomar en cuenta las señales del cuerpo para distinguir los días fértiles de los no fértiles y así practicar el sexo cuando la fecundación tenga menos probabilidades (entre esos cambios suelen destacarse la mayor turgencia de los senos, y las variaciones en el mucus y la temperatura vaginal, así como el incremento en la producción de hormonas, y otros).
Pero este conocerse a sí misma exige experiencia, compromiso y disciplina, trilogía de virtudes no muy frecuente en la adolescencia, aunque ciertamente su principal ventaja es que no alteran el ritmo natural del cuerpo ni lo obligan a interactuar con objetos extraños.
Se dice que, en general, el ciclo menstrual se estabiliza en las mujeres cuando estas rebasan los 20 años y no llegan a los 40, y que este método del reloj biológico, bien llevado, reporta entre un 97 y 98 por ciento de efectividad; pero ¿qué hacer entre los 14 ó 15 años y los 20, edades promedio del inicio sexual en muchos países?
La respuesta nos remite a la prevención como método más efectivo, y esta comienza por hablar del tema con los adolescentes —hembras y varones por igual pues la responsabilidad en este asunto debe ser compartida si pretendemos un mundo sin desigualdades de género—.
Conocer acerca de la sexualidad es una de las vías para atajar los imprevistos y evitar aquello de “sucedió de pronto, sin darme cuenta” tan esgrimidos por los jóvenes cuando de rendir cuentas se trata. Es su derecho, y su deber, aprender de sexo; así como corresponde a los padres y maestros facilitarles el acceso a un camino que si bien puede ser placentero para siempre, también puede comenzar torcido por falta de información y decisiones inoportunas.