Hijos adolescentes, nuestros queridos monstruos |
Muchos padres palidecen cuando tienen que afrontar la adolescencia de sus hijos. La familia no llega a entender esta especie de metamorfosis chocante de sus hijos. Aquél dulce y amable niña o niño se transforma, de la noche a la mañana, es un ser desobediente y con un cuerpo grande y desproporcionado. No hay misterio en eso, es la adolescencia que llega y los padres ahora tienen que cambiar para afrontar la educación de sus hijos adolescentes. Les cambia la apariencia, la forma de pensar y de ver al mundo. Incluidos a sus padres.
La adolescencia, esa edad que normalmente oscila entre los 13 y los 19 años, pero que cada vez se anticipa más, es la etapa más temida por los padres. Para los adolescentes también es una época difícil, con muchos cambios físicos y emocionales, que los jóvenes inmaturos no tienen experiencia para manejar.
Esos monstruos adolescentes,
manual de supervivencia para padres
En el libro Esos monstruos adolescentes, manual de supervivencia para padres, el psicólogo César Landaeta, un profesional experimentado con 25 años dedicados al trabajo con los adolescentes, califica los adolescentes como monstruos.
"Los adolescentes de hoy están más estresados que lo que los adultos imaginan. Muchos sufren de hipertensión. Sienten mucha presión social y por los estudios aunque no lo parezca. Y a los padres se les hace difícil entenderlos. Actúan muy diferente a cuando eran niños. Esa es una manera de reafirmar su personalidad. Puede que un chico, que de pequeño era responsable, ahora no quiera ni levantarse para ir al colegio. Uno que era formal y pulcro, ahora se resista a vestir como sus padres esperan. A los adultos esto les trastoca, porque sienten que pierden autoridad", explica Landaeta.
La rebeldía sana es necesaria en la adolescencia
"La rebeldía sana es necesaria para que se definan como personas. A veces ni es rebeldía. Lo que pasa es que los padres tildan así a cualquier forma de oposición. Lo mejor que pueden hacer los adultos es convertirse en líderes que negocian sobre normas sensatas y consecuencias claras", recomienda el psicólogo.
No hay que expulsar al adolescente de casa
Para Landaeta, lo que funcionó hace décadas, ya no se aplica a los adolescentes de este siglo. Las amenazas funcionan poco. "Yo he visto casos terribles en consulta como niñas que se prostituyen para vivir independientes de sus padres o muchachos que, sin ser adictos, viven en la calle con drogadictos, sólo porque los padres los expulsaron de casa. La sociedad no es la misma que hace 40 años. No tiene sentido lanzar los adolescentes a la calle supuestamente para que aprendan”, concluye Landaeta.
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