El Papilomavirus —o VPH— que tantos estragos causa entre las mujeres, afecta también a los hombres. De hecho muchos acuden a las consultas preocupados, y hasta asustados, cuando se descubren las verrugas genitales que en formas pediculadas, o de crestas de gallo, aparecen en su glande, escroto o en la zona perianal.

Claro que entre los varones muchas veces es suficiente el tratamiento quirúrgico para abordar el mal pues éste no les ocasiona daños mayores, salvo el de saberse portadores y transmisores de una enfermedad que sí puede ser fatal para sus parejas.

Aunque teóricamente los hombres podrían sufrir las mismas lesiones que las mujeres, en la práctica no ocurre así y las estadísticas indican que padecer VPH no necesariamente predispone a la población masculina al cáncer de pene, como ocurre entre las chicas adolescentes que tienen un alto riesgo de presentar cáncer de útero si han sido contagiadas de VPH.

Según los especialistas, la diferencia radica en que el organismo del hombre se defiende mucho mejor del virus que el de la mujer, y que las características propias del útero lo hacen mas propenso a infectarse con agentes malignos como puede ser este Papiloma Humano.

No es este un virus fácil de combatir, las verrugas generalmente se tratan con métodos químicos, inmunológicos o quirúrgicos, todos con el propósito de extirparlas, pero estas a veces reaparecen como la hierba mala en un terreno fértil.

El único remedio verdadero está en la prevención, acción que en este caso implica un comportamiento sexual responsable, basado en la fidelidad como único recurso para evitar un virus que no cree ni en el látex de los condones.