Este hallazgo muchas veces queda silenciado tras los mitos y tabúes familiares y sociales que van desde el temor por la posible decepción paterna, hasta el miedo a la discriminación escolar y social. No todos los jóvenes tienen el valor de sobreponerse y defender su derecho a la divergencia y por eso permanecen ocultos tras el velo de la doble vida y la infelicidad.
Otros, en cambio, se identifican como tal y descubren que esto es solo una parte de sus vidas que no tiene por qué estigmatizarlos ni interferir con su realización profesional ni con sus proyectos familiares y sociales.
Adolescentes homosexuales
Expresarse como homosexual implica superar los conflictos que impone actuar al margen de lo normado, y es que esa norma se mantiene gracias a que la sociedad reproduce mecanismos, a veces tácitos, para marginar a los diferentes.
Afortunadamente los avances en materia científica aseveran que la homosexualidad no es una enfermedad ni mucho menos una aberración moral, y sí una elección no consciente de una de las aristas más complejas de la personalidad humana (la sexualidad).
Esto nos coloca ante la disyuntiva de vetar el derecho de una persona a la felicidad por el simple hecho de ser diferente o aceptar el mundo tal cual es: heterogéneo y complejo. El camino para un mundo justo transita, sin dudas, por la segunda opción.