Condones biodegradables, un retorno ecologista |
Como la de muchos otros artículos de uso diario, la historia del condón o preservativo es coherente con el propio devenir del mundo: partimos de la naturaleza, el desarrollo industrial nos alejó de ella y para sobrevivir como especie, retornamos a sus pies. Cuentan que la más antigua ilustración que se conoce del condón tiene más de tres mil años y se encontró en Egipto. Se dice que los hombres de aquella tierra forraban su pene con una funda de lienzo para protegerse de las enfermedades y planificar la familia. Luego, en el Siglo XVIII, el Marqués de Sade (Donatien Alphonse François de Sade, 1740-1814) hizo famosas las tripas de cordero con igual propósito aunque ya el Doctor Condom empleó las de oveja para evitarle enfermedades a su coronado e insaciable paciente, el rey Carlos II, de Inglaterra. Pero la verdadera revolución ocurrió a finales del XIX con el descubrimiento de Charles Goodyear, inventor de la vulcanización, quien consiguió mezclar el látex natural con azufre para obtener un material mucho más resistente y elástico que sirvió para elaborar un nuevo tipo de condón que además de evitar los embarazos servía como una barrera mucho más eficaz contra las enfermedades de transmisión sexual. Más tarde llegó el poliuretano y todo fue mucho más sintético. Condones de sabores
Además, aunque actualmente los condones se venden en bares, farmacias y otros lugares públicos en una vasta variedad —lubricados, supersensibles, ultradelgados, extra-resistentes, de colores, rugosos, con aletas, saborizados a menta, vainilla, piña colada…, especiales para el sexo oral o para mujeres...— su campaña no está exenta de ciertas críticas sobre todo por la imposibilidad de reciclarlos o biodegradarlos. Para estar a tono con las preocupaciones medio ambientalistas de hoy, la más grande compañía de trajes para miembros viriles del mundo, la Trojan —desde 1921 ostenta el liderazgo en la producción de condones— ha lanzado al mercado los Trojan Naturalamb, versión moderna de los preservativos elaborados a partir de membranas animales, particularmente de ovejas. Ciertamente estos condones biodegradables son mucho más nobles para con el entorno, pero tienen el grave inconveniente de que no protegen contra las enfermedades de transmisión sexual por lo que sólo es recomendable para parejas monógamas que no desean tener hijos. Sea cual sea el condón de tu preferencia, su lugar, después de usado, es la basura y no el desagüe del inodoro, deshazte de él correctamente envuelto en su revestimiento original o en cualquier otro papel desechable y mientras aparece una propuesta ecológicamente segura, opta por la estabilidad de la pareja.
¡Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios! |