Las chicas no tienen que sangrar en la primera relación sexual |
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Siglos de ignorancia e injustos tabúes condenaron y castigaron a muchas mujeres (en algunos casos fueron hasta asesinadas) por no sangrar en su noche de bodas. Actualmente se ha reconocido que no hay por qué una chica sangrar en su primera relación sexual pues si sale algo de sangre es más el resultado de cómo se ha hecho el amor que del acto sexual en sí mismo.
La cultura maya ponía a prueba la virginidad de las chicas haciéndolas caminar con recipientes llenos de agua sobre sus cabezas de los cuales no debía derramarse ni una gota. Las comunidades de algunos pueblos árabes, en cambio, esperaban con ansiedad la sábana blanca manchada de sangre como prueba irrefutable de la pureza de la chica que recién había contraído matrimonio.
Según la sexóloga española llamada Pilar Cristóbal, la anatomía femenina, a pesar del himen (membrana que cubre la entrada de la vagina) no condiciona ese sangrado y sí la mala educación sexual que provoca entre las chicas miedo al tan cacareado dolor de la primera vez, sensación que solo consigue contraer los músculos vaginales y perianales en señal de resistencia y provocar un verdadero dolor.
El resultado de un mal comienzo podría ser un traumatismo local que ocasiona sangramiento y dolores similares a los que manifiesta cualquier mujer, iniciada en el sexo o no, que ha sufrido una violación. Ruptura del himen
Ahora, el sangramiento más frecuente de “la primera vez” es consecuencia de la ruptura de los vasos sanguíneos que rodean el himen o membrana de la virginidad, aunque también puede estar sujeto a las características propias del himen —su grosor y elasticidad varia entre una y otra chica—, y al grado de delicadeza del hombre en el momento de la penetración. Si éste es violento o torpe, es muy probable que rompa con brusquedad el himen de la mujer y que ésta sangre. También se han reportado casos de chicas que nacen sin himen y otras a quienes no se les desgarra, por lo que no sangran en su “primera vez”. Afortunadamente la ciencia va derribando poco a poco tradiciones arcaicas que sometían a las mujeres, y nos convertían en rehenes de patrones culturales injustos. Hoy sabemos que la iniciación sexual femenina no tiene por qué ser dolorosa, ni prematura, tantos años de errores y falsos mitos han hipotecado la plenitud sexual de muchas mujeres. No permitamos que siga sucediendo.
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